martes, 25 de septiembre de 2007

El poder del pudor

Todavía tengo marcado en el rostro el contorno de su mano. Ella nunca fue violenta, aunque también debo admitir que nunca aprendió a escuchar; los convencionalismos sociales la marcaron desde niña y de poco sirvió la caparazón en la que se refugió con su bandera liberal.

¿Si ya vivíamos juntos para qué quería que firmara un papel? Ella argumentó que eso le daba la certeza de que no la engañaría y en realidad así fue, porque jamás le prometí dejar de ser carne. Nunca acepté que renunciaría a admirar la sincronía de unas caderas y el embriagante poder de una sonrisa.

Ella lo dejó todo por mi, o almenos eso dijo, y yo le fallé porque no fui capaz de renunciar a mi vida por ella. Según me gritó la última vez que nos vimos, yo jamás aprendería a estar con alguien, porque era el prototipo ideal del hombre infiel.

Creo que nunca logró entenderme, pues mi problema no es la infidelidad, sino que me enamoro con facilidad... un instante después de explicarle ésto, su mano se estrelló en mi mejilla, las venas de mi ojo se reventaron y me mandó al carajo sin ningún pudor, “ya puedes largarte con tu esposa”.

Iván Carrillo

jueves, 20 de septiembre de 2007

Besar la luz y desamar al padre...

De las 11:00 a las 12:00 del día, el sol reposa algunos de sus brazos en mi sala.
Mi hija que tiene un año de edad se acerca a ellos y los besa, lame la luz posada en el suelo… y su mirada me dice que sabe rico…

Tengo un hijo cuya edad lo ha rebasado; me explico, la pubertad lo arrasa de pies a manos y diluye su amor hacia su padre. Casi no lo veo, porque él no lo desea, eso dice su madre a través de él mismo.

Corrijo, parece que no tego, más bien tuve un hijo que me amaba de tiempo completo.

Supongo que igual que mis hijos, lo mismo viví. Besé la luz y dejé de amar a mi padre.

Como lo demuestra la experiencia (la mía), todo es pasajero: luego de muchos años (34 para no dejar duda) he vuelto a besar el sol y la relación con mi padre mejora... me pregunto si a eso se refieren los que saben respecto de la vida cuando hablan de la sal y pimienta de la ídem... quiero creer que sí.

Miguel G. Galicia

lunes, 3 de septiembre de 2007

Todo está en la cabeza

Todo está en la cabeza. Con esa frase terminaron siempre mis terapias, desde que era niño y hasta ahora que, luego de treinta y tres años, no habrá más sesiones para buscar alguna explicación en las telarañas de mi mente.

Mi padre odiaba que le preguntara por qué besaba a la hermana de mi madre y me amenazó con golpearme si hablaba. El día que resbaló por las escaleras y se partió el cuello, pensé que era el momento de acercarme a mi madre y confesarle los deslices carnales de su marido, pero luego de escucharme con la cabeza agachada, me miró con tristeza y simplemente murmuró... todo está tu cabeza.

Después vino el incidente en la escuela. Todos me culparon a mi, pero no fui yo quien propuso representar una corrida de toros el día que la maestra de matemáticas faltó al examen final. Yo solo intenté desarrollar mi mejor papel como banderillero cuando clave los cuatro lapiceros en el cuero cabelludo de mi compañero. Cuando me llevaron ante el director respondí... todo está en su cabeza.

Un buen día me enlistaron en una academia para mentes súper dotadas. El poder del cerebro es infinito, pues aunque en realidad los muros eran acolchonados y totalmente blancos, los estudiosos que estábamos allí podíamos decorar los espacios con figuras multicolores e incluso conversar con nuevos amigos. Una especialista en psiquiatría me comentó alguna vez que desde mi llegada había estado aislado... “todos sus amigos están en su cabeza”.

Hoy en verdad eché a volar la imaginación, nunca antes mi mente representó imágenes tan nítidas ni incluyó a tantas personas hablando al mismo tiempo. Creo que estoy pasando a otro nivel y que pronto seré capaz incluso de volar. Lástima que cuando la cosa se pone mejor, siempre vengan con esa inyección que me apaga la luz y borra todo lo que mis ojos miran.

Sin embargo no estoy dispuesto a olvidar. Guardaré un aspecto que pueda recordar al abrir los ojos. Puede ser el detalle de mi cuerpo amarrado a una camilla mientras la gente me mira a través de un cristal o, mejor aún, puede ser la bella oficial de uniforme metálico que camina hacia mi con esa jeringa que pareciera encerrar un arcoiris.¡Ya está! Ese será mi recuerdo y mañana al despertar continuaré la historia donde se quede hoy. Total, como dicen los que saben... todo está en mi cabeza.

Son las seis de la mañana y estas son las noticias. Ayer fue ejecutado el multihomicida que tras un año de alegar demencia ante los tribunales de justicia, fue encontrado culpable y condenado a morir por medio de una inyección letal. Los especialistas, después de realizar varios estudios, concluyeron que los argumentos de locura que interpuso la defensa no eran sustentables, pues resulta imposible que todo lo que hizo el hoy occiso... haya estado en su cabeza.

Iván Carrillo