sábado, 22 de diciembre de 2007

Delirio de persecución

¿Alguna vez has sentido que la vida se burla de ti? Yo nunca fui paranoico, aprensivo, ni siquiera nervioso, pero de unos días a la fecha no puedo pegar los ojos, siento que todos me persiguen, que buscan hacerme daño, que me quieren quitar lo poco que me queda.

Hasta hace unos meses vivía feliz en una sociedad que me ignoraba y ni siquiera mis ex parejas me contestaban el teléfono; mi madre, salvo para exigirme que le leyera las cartas de amor de sus amantes ya muertos, tampoco se preocupaba por charlar conmigo.

Resignado a que el mundo rodara sin mí, decidí que yo respiraría sin él y fue ahí cuando comenzó mi desgracia. De a poco comenzaron a llegar los avisos de embargo por no pagar, amenazas de que me quitarían el auto, la casa, que se meterían con mis cuentas de banco para pagar la luz, el teléfono, los impuestos, bueno, hasta mis ex esposas comenzaron a gritarme desde la calle para que les diera las mesadas de mis hijos.

¿Cuánto tiempo los busqué a todos ellos con la simple intención de charlar? No lo sé, perdí la cuenta, pero ahora me persiguen, quieren sacar de mi incluso lo que no tengo. Ese mundo que tanto me ignoró, ahora vomita en mis oídos que no puede vivir sin mi, sin mis sueños hechos pedazos y sin mis ilusiones trituradas por cada fracaso.

Hoy que quiero cortar de tajo con todos, la multitud se arroja sobre mi, me ofrecen la redención de los locos, el perdón de los derrotados, la limosna del humillado, pero yo lo único que quiero es que se callen, que se alejen de mi y me permitan saltar, utilizar este boleto que me llevará lejos.

Las lágrimas no me dejan ver a dónde me dirijo, pero pronto lo averiguaré, pues veinte pisos en caída libre no son una distancia que ofrezca muchas opciones. Maldita sea, el final ya llegó y los buitres de la televisión pululan sobre mi cuerpo deformado, buscan el mejor ángulo de mi cráneo estrellado y yo solo espero que el último latido recorra mi cuerpo… estoy cansado y creo que todavía me persiguen.

Iván Carrillo