jueves, 9 de agosto de 2007

Cambiar de nombre es muy fácil…

Surco la madrugada que nace apenas con toda su pureza. Escucho pasos detrás mío. Dos mujeres me siguen desde que salí, vienen juntas. Son gemelas. Atravesaré en poco tiempo el puente, pero es largo, muy largo. Mi pulso galopa desenfrenado. ¡¿Dios mío qué es eso?!,¡ayúdame con un carajo! ¿No acabo de regalar dinero a tus fieles?

Ya alcanzo a ver el canal del desagüe; aliviado, aprieto el paso. A medio camino descubro que las mujeres me esperan del otro lado del puente, paso sin ver esas muecas monstruosas, cruzan sus manos, se besan. ¿Cómo llegaron allí antes que yo?...

Corro enloquecido. Cada que volteo las veo reducirse hasta llegar al tamaño de muñecas. Ya sin aliento, cuando creo haberlas dejado atrás giro la cara sin poderlo evitar, corren, vienen, llegan.

Me detengo un segundo al pie del torreón, tomo aliento y siento crujir mi cabeza.

Cuando despierto la gente ya no me recuerda en ninguna parte; me han cambiado el nombre, ahora me llaman Loco…

Miguel G. Galicia

1 comentario:

Iván Carrillo dijo...

Mi madre leyó algunas cosas escritas en el blog y me ha preguntado si usamos drogas o algo así. Como respuesta solo atiné a soltar una carcajada. Ella me miró de reojo como urgando si me había descubierto y reía de nervios o si la simple idea me resultaba ridícula y por eso mi furor. Antes de marcharse me miró de reojo y entonces me surgió la duda, ¿me preguntó para reprenderme o para inscribirse?