martes, 6 de noviembre de 2007

Angustia...

En la mañana tragué junto con el bocado diario, un trozo de angustia que se ha instalado tan dentro de mí que mi respiración se ha quedado rezagada.
Es uno de esos días en donde uno olvida todo y va, con maleta en mano, tratando de pensar en qué ha sucedido desde la última vez que meditó sobre su vida.
Algo, unas luces apagadas, un silecio atronador, me impide dar vuelta a la hoja y seguir de pie junto a este camino olvidado por todos, recordado por mi desde que nací.
Son las memorias las que más duelen, la nostalgia de lo que no pudo ser, el anhelo de una paz infinita que dejó de existir en el momento justo que uno aprende a jugar con la vida, al tu por tu, la terrible existencia.

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