Cuando la vi aquella primera vez, me ilusioné. Ya sé que no es bueno alimentar las esperanzas en la primera cita, pero aquella piel ligeramente azulada y esos labios tan blancos como la nieve de las montañas me cautivaron. Pensé en llevarla completa, pero me desanimó el orificio de bala en el pecho, además, solo necesitaba el hígado. Al final, el corrupto forense me rompió el corazón. “Olvídala, murió de cirrosis”.
Iván Carrillo
miércoles, 27 de junio de 2007
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2 comentarios:
Jajaja, mencantó, ta chido...
Me encanta como escribis, me encanta la forma en que me dejaste con ganas de leer más..
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